lunes, 2 de noviembre de 2020

IMAGEN PARA ESCRIBIR, OCTUBRE, FOTOS 1 Y 2

 Escribe sobre estas fotos: Francisco López




Francisco López

Las hojas de los árboles colonizando el pavimento no puede ser más que el preludio del otoño. Sin embargo, nada es lo que parece, al menos en el más recóndito anaquel de la imaginación. Busquemos para ver que encontramos. En efecto, por aquí se observan los pelillos que se desprenden del cuerpo de cada uno de los ratones que han venido habitando el zaguán desde el momento en que aquel hombre abandono la casa para no volver jamás. Sí, aquel hombre que ahora contempla el ocaso de un día, que para él no trajo más que más fantasmas a su cabeza. Son los fantasmas del remordimiento, los que corroen las entrañas, los que hacen que entremos en un estado de ansiedad, desequilibrando nuestras constantes vitales, haciendo sentirnos peleles que se mueven con la más ligera brisa que nos zarandea. Ese estado se agrava con la soledad, que es lo que nuestro hombre inconscientemente ha elegido. Esperemos al final del relato, pero a mi me da que puede optar por el suicidio.

Vamos a retroceder. Habíamos empezado por comentar la fotoluci de la izquierda, es decir, la que nos ofrece un banco en primera plana rodeado de hojarasca en una calle que tiene un río. Bien. Miles de sitios puede describirse de esta manera, pero sí podemos decir que la foto tiene un tiempo, ya que aún, Luci utiliza tecnología manual para dejar impronta de su autoría. Haciendo un análisis espectrográfico de la foto y comparándolo con el correspondiente al realizado a los pelos de los ratones encontrados en el zaguán nos dice que el hombre de la fotoluci de la derecha bien podría ser el nieto del pintor que  llevo a cabo trabajos de restauración en la barandilla instalada a lo largo del río. Alguien, podría decir que se demuestre, que la cosa no está tan clara. Y tendría razón. Pero es la ciencia quien establece estas conclusiones, y no creo que nadie esté en condiciones de rebatir las razones científicas. ¡Faltaría más! 

Sigamos. De la fotoluci de la izquierda poco queda que decir salvo que tuviéramos opción de acudir de nuevo a la ciencia y pudiéramos determinar donde crecieron los árboles con los que se construyó el banco que se ve. Ciertamente, este es un asunto que desde un principio, desde que vi la fotoluci por primera vez, me inquietó, y en consecuencia me dinamicé consultando en el correspondiente negociado del ayuntamiento. Sin embargo, y desgraciadamente, el técnico que lo sabía falleció el año pasado, y ahora se encuentran en la más absoluta ignorancia al respecto. Insistí por la fundamental trascendencia del tema y logré que se abriera un expediente que investigue hasta el final. A título de cotilleo puedo adelantar que la señora de la limpieza me comentó que ella cree que los árboles procedían del Bosque de Iratí, ya que el señor alcalde tiene allí una explotación forestal. Obvio.

¡Que decir a estas alturas de la fotoluci de la derecha!

Bucólica a tope. Es todo un clásico. Es el genuino atardecer de los días veraniegos e incluso otoñales del Mediterráneo. Un idílico entorno que invita al suicidio. Para pasar a la otra vida, qué mejor situación que dejar ésta en el estado de relajación y serenidad que el que se logra en este lugar. Sin duda, mejor que en un hospital, residencia de mayores o en casa del yerno o nuera.

No obstante, es recomendable avisar a la familia o amigos y si no se tienen, a las autoridades, de que algo así puede ocurrir. Francamente, no recomiendo a nadie que por que no se enteren, uno pueda ser confundido con un indocumentado o lo que es peor que pueda ser devorado por algún animal.

Para la tranquilidad, y felices sueños de quién haya sido capaz de leer hasta aquí, os puedo confirmar, que ayer por la mañana este hombre seguía vivo. Que lo mate el que quiera. Yo paso, de momento. 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario