Escribe sobre esta foto: José Guerrero
José Guerrero
PEGANDO LA HEBRA
En una carrera por sacudirse la asfixia pegajosa
por la pandemia ante tantas limitaciones, querían las amigas Eulalia y Leocadia
poner en las alturas el listón de los sentires, los dimes y diretes del barrio por
los azotes de la vida sin frenos a su fantasía, y se sentaron en las
respectivas sillas del patinillo de la casa haciendo un alto en el camino, dejándose
llevar por el instinto de curiosidad buscando un tiempo de evasión que les
arrojase paz, sosiego y armonía en sus maltrechos avatares.
Y con las mismas se acomodaron cada una a su
manera soltándose la lengua, cual río desbordado por la crecida, hablando de lo
divino y lo humano, sosteniendo que el mundo al fin y al cabo es un pañuelo, dando
lugar en ocasiones al llamado efecto mariposa en el planeta Tierra.
Y con no poco desparpajo echaron mano de su alegre
locuacidad y facundia robándose los tiempos parlamentarios en un apresurado aluvión
de emociones e inquietudes jugando con el idioma que les vio nacer a través de vivaces
expresiones en su coloquio (lejos sin duda del célebre coloquio de los perros
cervantino) abundando en las voces utilizadas en el discurrir cotidiano con su encapsulada
estructura configurada a sangre y fuego a través de los siglos pasando de
abuelos a nietos y padres a hijos, pergeñándose una sólida sedimentación lingüística
en los registros, no sólo de los hispanoparlantes de acá sino de allende los
mares, y empezaron a bucear en las aguas de los latiguillos, chascarrillos,
muletillas, aforismos, refranes, dichos, proverbios, adagios, sentencias y
máximas recorriendo el universo idiomático desde Roma a Santiago dando por descontado
que cada término o frase tiene su ego, las connotaciones y preferencias, como
cualquier hijo de vecino, las partes donde más les duele o ilusiona, y no cabe
duda que cada cual lleva el agua a su molino, aunque teniendo siempre presente
que donde las dan las toman, y siendo en
innumerables ocasiones de armas tomar, tanto las expresiones como las personas,
sin olvidar que las armas las carga el
diablo.
Aquella mañana lo tenían todo hecho, diciéndose
para sus adentros, Zamora no se conquistó
en una hora, y de esa guisa se entregaron a la causa ansiosas por saber la una
de la otra y del entorno, poniéndose al día de los últimos aconteceres o rumorología
de la gente, pues hacía un siglo que por distintos motivos no se reunían.
Los temas o tópicos a los que se echa mano
en estos casos son siempre los más trillados o rutinarios, la salud de familiares,
hijos, nietos, fallecimientos o separaciones de los más allegados o conocidos.
Y por fin tuvieron ocasión de llevarlo a
cabo sentándose encima de las horas parando el oleaje del reloj, y se pusieron
manos a la obra disfrutando de lo lindo, contándose las más divertidas o
disparatadas historias de hacía varios lustros, al no verse las caras por los imponderables
de la vida.
Y en esas tesituras y quisicosas andaban
inmersas Eulalia y Leocadia haciendo honor al espíritu femenino, desentrañando
todo lo que caía en sus manos, como un acto ancestral innato del ser humano.
-En un principio prefiero vivir tranquila, Leo,
sin más, que las penas vienen solas, y para eso me viene a la mente aquello de a enemigo que huye, puente de plata, y
no se hable más –dijo Eu.
-No sé si con esos términos o troncos se
puede echar una lumbre hermosa, y matar el gusanillo y el frío del alma y el de
marzo, pues ya ves que cuando febrero marcea, marzo febrerea –dijo Leo.
-Fíjate, hoy el cielo está encapotado, y ¿cómo
se dice el trabalenguas, ah, ¿quién lo desencapotará? el desencapotador que lo
desencapote buen desencapotador será, aunque esto de estar en las nubes no es
lo más acertado, Leo –dijo Eu.
-Ahí parece que coincidimos, yo prefiero
hablar de lo nuestro, así por ejemplo ver a mi niña feliz y contenta como unas
castañuelas, y tenga un buen casamiento, aunque se diga que casamiento y mortaja del cielo
baja, aunque eso no me gusta, y que dé con un buen hombre, y tenga la vida
cubierta y segura, que no está el horno para bollos, o piense lo de aquel dicho
ingenuo como el que no hace la cosa, contigo
pan y cebolla-dijo Leo.
-No creas, hoy día en menos que canta un
gallo ocurre cualquier cosa, y lo dicen categóricamente con un repentino, me importa un pepino, o ahí me las den todas, y se quedan tan
panch@s est@s niñ@s de hoy día-dijo Eu.
-Yo quiero lo mejor para ella, y parece que
promete, aunque “no es oro todo lo que reluce” en ella –dijo Leo.
-También es verdad que nosotras ya hemos
pasado por todas las romerías de la vida, y más sabe el diablo por viejo que por diablo, si bien no estamos muy
al corriente de lo que acaece a cada paso con la rebeldía de la juventud, pues ya
sabes que el tiempo vuela, y estamos a años luz de sus antojos y desmarques.
–dijo Eu.
-No sé qué pensarán los posibles lectores
del uso que hacemos del refranero, tal vez piensen que somos de otra época o unas
pedantes, pareciera que estamos resucitando al inmortal Sancho Panza, de todas
formas, no digas nunca de esta agua no
beberé. –dijo Leo.
-¿Sabes una cosa? Que no todo el monte es orégano, pues en todas partes se cuecen habas, y si no que se lo pregunten al
sacristán de la parroquia con la cantidad de secretos que guarda de los
distintos párrocos con el confesionario por medio como testigo, y que han
desfilado por nuestro municipio -dijo Eu.
-Hay
que tener en cuenta que el machismo impera o el patriarcado en los más variados
matices, juicios y leyes, siendo el pan nuestro de cada día, y eso lo ve un
ciego, hasta el propio Max Estrella valleinclanesco. Pero claro, alguien tenía
que hacerlo dándole cuerpo y vida al lenguaje, marcando los tiempos de la época
y del mismo verbo que se conjugue en cada caso conforme al hablante de turno, encarnándose
en la palabra elegida por el hablante, que hasta en la Biblia se cita con no
poca fe de los creyentes, y no podían tener en cuenta tantas cosas o causas ni
tantos escrúpulos, porque eran otros tiempos bastante duros y opacos, y con un
plato de migas o unos bocadillos de chorizo, chicharrones, morcilla o lomo de
orza iban que chutaban las criaturas por los inciertos caminos de la vida. No
existía este disloque de hoy día, alimentado por l@s nutricionistas para
guardar la línea con un estudio metódico de comidas y sabores, evocando los
mejunjes de antaño, y hoy día con verduras, frutas, infusiones estomacales o hierbas
para puñaladas hepáticas, y relajantes para el sueño o panaceas para el mal de
amores, etc.-dijo Leo.
-Bueno, amiga mía, muchas gracias por darme
esta oportunidad, ah, y luego me explicas el remedio para los amores, y ha sido
muy enriquecedor y grato el encuentro, ¡qué tiempos aquellos! a ver si nos
vemos con más frecuencia, y no olvidemos el dicho clarificador, dime de qué presumes y te diré de qué
careces. –respondió ella.
Y así
acabó su parlamento, y en cuanto a concreciones y resultados, al parecer como
el rosario de la aurora, algo deslavazado, disertando emocionalmente sobre el
comer y beber de la vida, de lo poco que nos podemos llevar al otro mundo, precisamente
por ello dejemos al menos lo mejor de nosotros mismos, por aquello de la
honrilla familiar, que tanto nos ayuda sobre todo en estos días negros de la
existencia, que vivimos vendidos ante la incertidumbre sanitaria por los
furibundos estragos de los innombrables virus que ni se ven ni se oyen, pero
matan como el veneno en un plis plas, y pasean disfrazados con guantes,
pajarita, sombrero, un habano en la boca y un clavel en el ojal, y para realizar
la gesta vuelan como espíritus con el perfil de una mosca muerta.
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